Exterior de O Forno do Cal de Vilaboa.

El proyecto incluye la rehabilitación de la estructura, el acondicionamiento del entorno y la puesta en valor del mismo con un presupuesto que ronda los 120.000 euros

El Concello de Vilaboa quiere recuperar O Forno do Cal, situado en San Adrián de Cobres. Se trata de un elemento singular del patrimonio industrial de Vilaboa que el gobierno local confía en convertir en un nuevo activo turístico. s y una actuación a ejecutar en dos anualidades.

El Concello comenzó ya la tramitación de los permisos sectoriales necesarios para la realización de la actuación ante Costas, Medio Ambiente y Patrimonio. O Forno do Cal está situado en un terreno propiedad de la empresa Pescapuerta, que colabora con el Concello para desarrollar esta iniciativa cediendo el uso y los terrenos para hacer el proyecto. El consistorio firmó también un acuerdo con la Comunidad de Montes de San Adrián para la cesión de los terrenos colindantes que permitirán el acondicionamiento de la zona que va desde el Puente de Rande hasta la Punta de Atravesada.

En San Adrián y Santa Cristina de Cobres, parroquias donde residían buena parte de los trabajadores y trabajadoras de este horno que se mantuvo activo hasta la década de los 60, quedan todavía testigos vivos de un oficio muy duro en el que las tareas de las mujeres eran bien diferentes de las que realizaban los hombres. Y precisamente esta singularidad fue objeto de un trabajo desarrollado por profesorado y alumnado del colegio del Toural y de la Asociación de Mulleres de Vilaboa. Ambos apoyan la iniciativa, al igual que la Comunidad de Montes, el Museo Etnológico de Ribadavia y el colegio de Riomaior.

Además de la recuperación del horno, el proyecto del Concello incluye la instalación de unos paneles informativos que divulguen la actividad industrial de un horno con ciertas particularidades como el hecho de que la mercancía para hacer la cal le llegaba por mar para hacer una producción intensa destinada sobre todo a la construcción, ya que el encalado de las viviendas era la manera más común de sanearlas y protegerlas de la entrada de insectos a mitad del siglo XX.

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