Una de las residentes, realizando una actividad de pintura.

Directiva y trabajador@s de este centro se encerraron con los 190 residentes el pasado 30 de marzo como medida de prevención ante el Covid-19. Cada quince días hacen el cambio

La residencia Nueva Vida de Vilaboa lo tenía claro. No iban a permitir que el coronavirus entrase en sus instalaciones. Y, casi lo consiguió. Sólo tres ancianos dieron positivo a finales del mes de marzo, uno de ellos se encuentra hospitalizado y los dos restantes aislados en sus habitaciones de Bértola. Desde ese momento, ni un sólo residente más ha resultado infectado.

Y es que dirección y trabajadores han puesto toda la carne en el asador para evitarlo. El 30 de marzo, tras realizarse el test y dar negativo, decidieron confinarse con los usuarios como barrera contra el Covid-19. Ese día se encerró la mitad de la plantilla, trabajadores de todas las áreas, y el próximo 15 de abril saldrá ese turno y entrará la otra mitad del equipo. «Quiero agradecer el esfuerzo que han hecho todos los trabajadores confinándose, merecen que se ponga en valor la generosidad de todos ellos por priorizar la labor profesional a la personal», indica Beatriz Iglesias, directora del centro.

Dado que la residencia está blindada frente al virus, la actividad en el interior continúa «casi» como siempre. Aunque los usuarios permanecen más tiempo en sus habitaciones, también se llevan a cabo actividades en conjunto «manteniendo la distancia y en pequeños grupos». La situación excepcional que vivimos, siempre y cuando la realidad lo permita, no puede paralizar la vida de nuestros mayores porque eso repercutiría en su salud física y mental. Algo que tienen muy asumido en Nueva Vida y en lo que trabajan día a día.

El próximo miércoles, la parte de la plantilla que iniciará el confinamiento para sustituir a sus compañeros tendrá que someterse a las pruebas del coronavirus. Nadie con sospechas o positivo podrá cruzar la puerta de este fortín cerrado a ´cal y canto´ para proteger a los 190 residentes.

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