Estado de los molinos de la Ruta, comidos por la maleza.

Mucho se ha hablado del estado de abandono en el que se encuentra la Finca de Frendoal, por todos conocida como el Bosque Encantado. Pero junto a ella hay otra joya medioambiental que todavía presenta peor estado. Se trata de la Ruta dos Muiños de Aldán, un “pequeño sendero que discurre por el margen del curso del río Orxas y que constituye un verdadero lugar de interés etnográfico por su riqueza cultural y paisajística”. Así reza en el letrero de acceso, pero ya en su interior la imagen es bien diferente. 

Durante su transcurso, hasta cinco molinos antiguos a uno y otro lado del caudal asoman como pueden su pedreado entre una selva de matorrales que hacen muy difícil descubrir su derruida silueta. Tampoco los puentes de acceso a ellos están seguros. Su tableado sufre roturas y en algunos casos les faltan las barandillas. Barbacoas y parte del mobiliario de piedra han desaparecido y los árboles, muchos de ellos de gran porte y de especies autóctonas, sobreviven como pueden entre especies invasoras y a los temporales. Durante el recorrido faltan dedos de las manos para contar aquellos que se han venido abajo por los temporales y que todavía permanecen tirados.

Bien es cierto que, al igual que ocurre con el Bosque Encantado, se trata de una propiedad privada. Sin embargo, también es indubitable que se encuentra abierto a visitantes y que supone un reclamo para la zona. No resulta extraño que los vecinos tengan que guiar a quienes, aprovechando la curiosidad de Frendoal, se proponen hacer picnic en las mesas de esta senda  reflejada a través de las redes sociales. Se respira y se escucha naturaleza, pero se requiere una limpieza por seguridad y por cuidado medioambiental. 

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