Rodrigo firmando autógrafos tras terminar el acto.

Abrumado por el cariño recibido de sus vecinos, el remero más famoso de Moaña animó a los niños a «trabajar por lo que os gusta»

Pese a que no pudo traerse bajo el brazo ninguna medalla, Rodrigo Conde, Rodri para sus vecinos, regresó a Moaña convertido en todo un héroe. Nada más entrar en el edificio consistorial ya le esperaba una de las concelleiras móvil en mano para inmortalizar todos sus pasos, sus saludos y los aplausos a la entrada a un salón de plenos nuevamente a rebosar. Sorprendido se quedó el remero más famoso de Moaña hasta el punto de que tuvo que secarse las lágrimas varias veces. No solo él, también compañeros de palada como el edil Kevin González, que no pudo contener la emoción al escuchar los vítores y las palabras de Rodri.

Lejos de darse la importancia que tiene el haber llegado a lo más alto del deporte mundial, Rodrigo utilizó su breve intervención para dirigirse a las decenas de niños que ocupaban las bancadas del salón. A ellos les animó a «conseguir vuestros sueños», después de apoyarse sobre la mesa reconociendo que le temblaban las piernas por tanto calor y arropo como percibía de sus vecinos. Lo hizo mientras tragaba saliva para poder continuar aconsejando a las futuras generaciones que le miraban entusiasmados a que «hagáis lo que hagáis, no tiene que ser en el deporte, simplemente hay que trabajar por lo que os gusta y no paréis nunca para conseguir vuestros sueños». «Yo solo soy un joven como vosotros que trabajó mucho durante muchos años», incidió para inyectar motivación a las que serán las futuras promesas del remo moañés.

La corporación le entregó un obsequio de recuerdo.

Es la primera vez que Moaña tiene representación en unos Juegos Olímpicos y los de París quedarán en la retina de Rodri no solo por la experiencia vivida sino también por el detalle que su puedo ha querido a modo de agradecimiento. Toda la corporación municipal, con el concelleiro de Deportes, Rubén Viéitez, y el alcalde accidental, Xosé Daniel Costas, hicieron entrega de un obsequio, el edificio del Concello en miniatura, que, manifestaron, esperan sea el primero de otros muchos regalos que llegarán en las «tres o cuatro olimpiadas siguientes». «Es emocionante saber que un vecino compite llevando el nombre de Moaña en lo más alto», expresó Costas en agradecimiento por «hacernos vibrar con tu trabajo».

Terminado el acto oficial, como un ídolo pasó a firmar autógrafos. Tanto a niños como a mayores. Sobre papel y también en la ropa. Así estuvo durante muchos minutos. Más de 20. Nadie quiso salir sin su recuerdo que, seguro, mantendrán bien guardado junto a la foto de familia en la escalinata exterior. Rodri Conde nunca podrá olvidar su paso por París ni su regreso a casa, Moaña.

Foro de familia final.

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