La obra de saneamiento del barrio de Romarigo, en la parroquia canguesa de Coiro, lleva semanas parada, según los vecinos, que desconocen el motivo. El Concello no responde a los escritos que presentan en el Registro municipal, mientras la calle está cada vez más intransitable. Tanto es así que con las lluvias de la borrasca Nelson la superficie, más que una calzada, parece un parque acuático. Faltan dedos de las dos manos para contar las fochancas y socavones que encuentran los conductores a lo largo de todo el tramo que fue levantado. Apenas un metro de asfaltado que los vehículos más pequeños aprovechan al milímetro para poder circular sin riesgo de darse en los bajos. El resto, convierte el vial en un circuito intentando esquivar los agujeros, ahora hasta arriba de agua de la lluvia.
Estas obras llegaron como una brisa de aire fresco en 2022, pero desde principios de años se convirtieron en un suplicio para todos los ciudadanos que circulan por el vial y, especialmente, para seis familias. Sus viviendas estuvieron aisladas por los trabajos de ejecución al no poder acceder a ellas en vehículo por el cenagal que se ocasinó por el cambio de ubicación de “última hora” y “sin explicación” a los vecinos del pozo de bombeo que estaba previsto en la confluencia del camino hacia Rego das Presas con la rúa Freixo. En ese punto lo recogía el proyecto inicial pero, sin saber porqué, se ejecutó una decena de metros más arriba, junto al río.
Tal y como advirtieron los propios residentes al Concello y a la empresa que está realizando los trabajos, Construcciones Vale, la cercanía al caudal provocó constantes inundaciones de dificulton de forma importante la ejecución de los trabajos. En las últimas semanas solo conectaron a la electricidad el nuevo pozo de bombeo.
El plazo de ejecución de la obra, incluida en el antiguo Plan Concellos 2022-2023, era de tres meses. Un tiempo que ya concluyó mientras la calle, utilizada por muchos conductores para esquivar el tráfico del centro urbano, presenta una imagen tercermundista.