El perro que fue abatido a tiros.

Ocurrió en la tarde del 18 de agosto de 2018. La patrulla en servicio en ese momento fue requerida por un aviso de violencia de género en el tramo del paseo marítimo que discurre entre A Xunqueira y la Illa de Samertolameu pero al personarse, la situación se complicó. El varón que supuestamente estaba agrediendo a su pareja se resistió a ser detenido y con evidente intención de zafarse azuzó a su pitbull para que atacara a los agentes. Tanto es así que la situación se complicó hasta el punto de que temieron por su vida y acabaron disparando contra el animal hasta el cuatro ocasiones, falleciendo pocos días después.

La agresión del detenido a la Policía acabó en un Juzgado, que acabó condenando al propietario del perro por atentado a la autoridad y le impuso una indemnización en torno a los 2.000 euros a cada uno por el perjuicio causados. Ambos agentes se vieron obligados a estar de baja laboral durante un mes a causa de las lesiones provocadas. Sin embargo, siete años después apenas han cobrado 100 euros. “Nos empezó a pagar lo pactado los primeros meses y después ya no supimos nada más”, revelan. Y, lo peor, no cuentan con recibir el resto de la cuantía económica que le conrresponden por sentencia judicial. Son conscientes de que no se trata de una cantidad de dinero importante que les pueda repercutir gravemente en su economía, pero defienden que una actitud como la que tuvo el condenado en la tarde de aquel 18 de agosto en plena calle y que además de herir a los dos policías le costó la vida al animal no puede salir gratis. 

De hecho, este servicio tuvo un antes y un después en la Policía Local de Moaña. A raíz de la muerte del can como consecuencia de la balas y del duro forcejeo con su propietario que acabó dañando físicamente a los agentes, el Concello adquirió una pistola táser para poder utilizarla en situaciones donde exista riesgo vital para los agentes. Afortunadamente, cuentan desde la Jefatura, desde su compra en enero de 2020 todavía no ha tenido que utilizarse en ninguna ocasión y esperan que así continúa siendo.

El arma será portada en los servicios por uno de los dos agentes de la patrulla que, obligatoriamente, tiene que tener el curso previo obligatorio para manipularla. El otro acompañante, será el encargado de llevar la cámara de vídeo para tomar registro audiovisual de las actuaciones que puedan llevarse a cabo con el uso de ella el el incidente.

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