Zaida ante su salón de belleza cerrado como consecuencia del Covid-19.

La decisión partió del propio dueño de las instalaciones nada más darse a conocer las medidas decretadas por el Gobierno central

Para Zaida Gallego, una peluquera que gestiona un salón de belleza en el centro de Marín, la crisis del coronavirus le supuso un duro golpe económico. Desde que se decretó el Estado de Alarma tenía claro que no podía abrir su negocio, que no podía exponer a sus clientes y a ella misma a un posible contagio, pero eso suponía también un frenazo en seco a sus ingresos mensuales. Sin embargo, no se esperaba nunca que su casero, el propietario del local donde tiene instalado su salón tuviese un corazón tan grande.

Sólo unos minutos después de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciase las medidas para hacer frente al Covid-19 sonó su teléfono móvil, concretamente su wathApp. El remitente, el dueño del local. «Te mando esta nota para comunicarte que los días que tengas cerrada la peluquería por el coronavirus, tanto si es por disposición del Gobierno como si tú entiendes que no debes abrir por seguridad sanitaria, no se cobrará el alquiler del local», rezaba en el mensaje.

Estas palabras cubrieron los ojos de Zaida de lágrimas de emoción, sabía que este gesto de su casero le haría un poquito más liviano este tiempo de confinamiento. «Me eché a llorar, es un alivio, me ayuda un montón porque de dependen económicamente cuatro personas y, además, tengo dos empleadas a las que tengo que pagar el sueldo a pesar de tener la peluquería cerrada», relató a morrazonoticias.

Zaida está indignada con los giros del Gobierno central, que en un primer momento consideró las peluquerías como establecimientos de primera necesidad y después rectificó ante el malestar del sector. «Somos de primera necesidad en esta crisis y para el IVA no, hemos pasado de tener un IVA del 8 por ciento al 21, no se entiende», argumentó. «Que me digan a mí cómo le corto el pelo a una persona a un metro de distancia y, otra cosa, cómo se puede decir a la gente que no salga de sus viviendas pero permitirles que vayan a la peluquería a echarse el tinte, es contradictorio», apostilló.

Zaida sabe que le esperan unas semanas duras con la persiana de su negocio bajada, pero siempre tendrá el consuelo de que la losa del alquiler no pesa tanto cuando un casero entiende que ante una situación excepcional hay que tomar decisiones excepcionales.

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