Una decena de creadores acepta el desafío de conquistar con artículos exclusivos el competitivo mercado del regalo en Navidad
Al Gobierno local de Vilaboa le gustan los retos y a pesar de ser un municipio rural y muy disperso se ha atrevido a plantar cara al competitivo mercado del regalo navideño con la organización de su primer Mercadillo de Navidad. Eso sí, con una apuesta 100% local por el producto y los artesanos de Vilaboa. El inicio fue bueno y confían en que la tregua de la lluvia anime las compras.
Seis casetas instaladas por el Concello y sin coste para los artesanos son el escaparate; y el gancho utilizado por el Gobierno local para animarles a mostrar su obra, a visibilizar que en Vilaboa también hay mercado para sus artículos. Reconocen que cuando la concejala de Promoción Económica, Carmen Gallego, les planteó la iniciativa tuvieron alguna duda. Pero decidieron probar suerte. Porque creen que las oportunidades en un medio rural se construyen también con aportaciones individuales.
Es el caso de Víctor Tajes, pintor de profesión y profesor de dibujo en Vilaboa, que prueba suerte con artículos de bisutería artesanal creados a partir de arcilla polimérica y cuerda de cáñamo, un amplio catálogo que conforma la oferta de Espiral Artesanía, su marca comercial. “Este tipo de objetos encaja muy bien en un mercado de estas características, a los que el público acude en busca de un regalo diferente que transmita algo más allá de su valor material”.
También Pilar Blanco, de Obradoiro Hedra, ofrece exclusividad. Piezas de joyería esmaltadas artesanalmente con técnicas tradicionales para los que buscan diferenciarse. La camelia es la reina del stand, la flor del invierno inspira a Pilar Blanco que en los últimos años hizo que su pasión por el emblemático árbol de las Rías Baixas evolucionase para ser un referente en sus piezas de joyería, con broches, pendientes, colgantes, anillos, etc.
Detrás del stand de Argadia Coiro están Diana e Iván, que llevan de feria en feria una apuesta sostenible traducida en los bolsos, cinturones, carteras o viseras que elaboran.
El Covid, dicen, les ayudó a perfeccionarse. “Traballamos de forma sostible, usando so peles sobrantes da industria cárnica, sobre todo tenreira”, explican y así consiguen darle una segunda vida a lo que iba a ser un residuo. “Conscientes de que o textil é un sector dos que máis contaminan, solo mercamos peles de cercanía e curtido vexetal polo que as nosas pezas serán un excelente compost dentro de moitos anos”. Tienen claro que sus piezas son exclusivas. “Dámoslle un toque punk á artesanía tradicional e cada puntada está chea de ilusión e ansia de aprobación por parte do público”.
Rocío Jiménez se lo plantea más como una aventura. Las manualidades son para ella una afición y nunca pensó en convertirla en una profesión, así que aceptó participar en el mercadillo de Vilaboa “para probar suerte”. En su stand hay llaveros con letras y formas diferentes, pulseras, colgantes para móviles, pisapapeles, muñecos de ganchillo, adornos de Navidad y un sinfín de detalles originales, que compartirán espacio con todo un fondo de armario que busca una segunda vida. Loli, Raquel, Cris, Isa, Pili, Fany, Merchi y Teresa se encargan de darle salida a esas prendas de marca de las que siempre da pena deshacerse si no es para cederlas a quien sepa valorarlas.
Alcrique Eco, con Carlos Acuña y Xacobe García al frente, utiliza el mercadillo para dar a conocer un producto que huele y sabe a Vilaboa. Sus mermeladas, artículo estrella de esta cooperativa, se elaboran a partir de fruta cosechada en el municipio con un proceso que busca “encerrar nun bote de cristal o sabor da froita”. Así definen su propuesta que más que un artículo de alimentación es una forma de vivir, o de ganarse la vida, partiendo de las posibilidades del medio rural.
De este mismo planteamiento surge la propuesta de Gara, Alberto Garabatos, que sorprende esta Navidad con un vino caliente en su stand, muy típico de las principales capitales del norte de Europa. “Para combater o frío”, dice, para lo que también oferta chocolate caliente. “Con taza de aluguer, de cerámina; porque hai que frear o consumo de plásticos”. Su puesto de comida tiene una parte dulce, con rollitos de canela y magdalenas de queso con frutos rojos y otra salada, con bocadillos de jamón asado a fuego lento o quiche de espinacas y queso de cabra para disfrutar de un buen tentempié al finalizar el recorrido por el mercadillo.
Una iluminación cuidada y un suave hilo musical crean un ambiente apropiado para escoger el regalo perfecto pero también para apreciar el potencial creativo y artesano de un municipio rural como Vilaboa, que estos días días transforma O Toural en toda una atracción navideña.
El primer Mercadiño de Vilaboa merece una visita. Llueva o no los artesanos abrirán sus puestos hasta el día 6 de enero, en horariode 18 a 22 horas, excepto sábados, domingos, festivos y el día 31, que estarán desde las 12 de la mañana hasta las 22 horas.