Los puestos en Seixo son típicos durante la celebración de la romería.

La parroquia marinense honra al patrón de las enfermedades a hombros en procesión

El día no podía ser más soleado, la temperatura agradable y los vecinos de Seixo repletos de orgullo de volver a honrar a San Blas, patrono de las enfermedades. Muestra de ello, los tradicionales puestos a pie de carretera, visibles por los devotos que desde primera hora acudieron al Pazo de Aguete, y también por los conductores que iban y venían entre Marín y Bueu. Alguno de ellos, quizá atraído por las ricas rosquillas, optó por parar unos minutos su coche para hacerse con alguna bolsa. Incluso, arriesgándose a una posible sanción.

Pero la fe por San Blas va más allá. Año tras año, esta romería sigue sumando seguidores. Tanto de la parroquia de Seixo como de los municipios colindantes. María, de Bueu, no falta a ella desde hace más de una década y Joaquín, recién llegado de Argentina por vacaciones, quiso hacer su primera parada en Galicia asistiendo a la misa principal de 12.30. Aunque desde las 9.30 la ermita del pazo estuvo al servicio de los devotos de San Blas, es la del mediodía la que tiene mayor seguimiento. Es la previa a la procesión más sentida por los enfermos y por sus familiares. Alrededor de un kilómetro y medio para el sentimiento, las promesas y las gracias a San Blasiño, «o meu santiño, o que salvou a vida do meu hermán, o que sempre levarei no meu corazón», expresó Carmiña al ser preguntada por su fe.

Uno de los portadores fue el concelleiro marinense Pablo Novas.

Es el tercer año que la procesión parte del pazo tras los problemas familiares de los propietarios, que obligaron durante uno tiempo a trasladar los actos al templo parroquial de Seixo. En esta ocasión, todo fue sobre ruedas. Faltaban pocos minutos para las 13.30 horas cuando salió a paso lento en la misma dirección que marca la tradición. Entre los devotos, representantes municipales, fieles y vecinos que, a pesar de ser lunes, dedicaron la mañana a formar parte de este ritual que cada 4 de febrero convierte a Seixo en epicentro de la honra a San Blas.

En el día de ayer no faltaron los «croques» con el fin de que el santo les proteja de las enfermedades respiratorias y, en particular, de las dolencias que afectan a la garganta, con una bendición que según los creyentes les protegerá durante el resto del año.

El sacerdote, durante la procesión.

Como curiosidad ajena a la fe, comentar que este año hubo una ausencia, la de la Policía Local. Año tras año, los agentes son los encargados de cortar la carretera durante los pocos minutos que la procesión tarda en cruzar la calzada para emprender la vuelta al pazo. Sin embargo, este mediodía no han llegado a tiempo para darle el alto a los vehículos por un fallo de comunicación. A pesar de pequeño inconveniente, normalidad absoluta salvo porque el sacerdote sacó su carácter para reivindicar un recorrido previo que no se cumplió.

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