Por su tamaño y porte. También por su edad, merece un respeto y puesta en valor pese a que en los últimos tiempos su especie ha sido denostada. Sin embargo, este no es uno cualquiera, es el eucalipto del Bosque Encantado de Aldán. Centenario y anfitrión de la Finca de Frendoal, que bien le ha merecido el tratamiento de Rey pese a que está siendo atacado por los lacayos que le rodean, especies invasoras que crecen a sus anchas y poco a poco tratan de arrebatarle el sillón. Su tronco mide algo más de dos metros y medio de diámetro, imposible llegar a abrazarlo ni valiéndose de ayuda. En cuanto a su altura, no es apta para miopes. A lo largo de los años ha sido ‘photo call’ rural de miles de visitantes impresionados por su tamaño que no han pedido la oportunidad de extender sus brazos para tratar de estimar su dimensión.
Tras un siglo de historia sobre su corteza y un entorno natural en el que se ha sentido cómodo por su riqueza medioambiental, poco a poco va reclamando atención. Tiene salud, pero la edad y la necesidad de cuidados comienzan a hacerle mella. Las ramas más fuertes buscan desesperadamente la luz del sol entre un entramado de acacias que han entrado a su reinado sin permiso y que pretenden robarle el espacio. Otras, se han quedado por el camino. El espacio y la comida (nutrientes) son limitados, no llegan para todos y eso tiene sus consecuencias.
Los vecinos del entorno del Bosque están convencidos de que este eucalipto debería de estar catalogado como árbol ‘senlleira’ (reliquias botánicas) por la Xunta, lo que obligaría a actuar «tanto en el propio árbol como en su entorno». Se refieren a eliminar todas las ramas secas que sostiene por riesgo de desprendimiento y acabar con todos los árboles en un diámetro de cincuenta metros para evitar árboles que compitan con él y evitar que se siga deteriorando. Por último, estiman conveniente colocar una valla que impida a la gente subirse a él para que no se siga deteriorando su corteza.
El abandono de la parcela donde se ubica el Bosque Encantado es palpable y eso está haciendo mella en su riqueza medioambiental. A lo largo del recorrido se observan innumerables ejemplares tirados por el suelo o cruzados unos entre otros porque durante la caída se toparon con otros que les impidieron aterrizar en firme. Todo un peligro para los viandantes, habituales u ocasionales, que recorren la finca para disfrutar de su riqueza interior, que cada vez lo es menos. Los vecinos urgen una limpieza de la parcela por seguridad, pero también para salvar ejemplares únicos como el eucalipto centenario.
En cuanto al Bosque Encantado, el gobierno local trasladó a la oposición que los propietarios le habían dicho que no estaba en venta, no obstante le plantearon que hiciera una oferta.