Laura Cancelo, directora de DomusVi Cangas, esta mañana trabajando en su despacho del centro de Aldán.

Han pasado dos meses desde aquel fatídico 30 de marzo, 24 horas «muy complicadas», y la directora de la residencia DomusVi de Cangas habla de lo ocurrido. Laura Cancelo es consciente de las graves acusaciones que se han vertido sobre ella y sobre la gestión del centro durante todo este tiempo, pero prefiere no pensar ni en el pasado ni en el futuro. Quiere quedarse con lo positivo, con el trabajo «increíble» que se ha hecho y con las vidas que se han salvado.

MN.- ¿Cuál es la situación en el interior de la residencia?

LC.- Este sábado dieron negativas las dos PCR de los dos últimos residentes que todavía quedaban positivos, así que la residencia de Aldán ya está limpia de Covid. Después de todo lo que hemos vivido, es de las mejores noticias de los últimos meses. Además, coincide con que hace justo dos meses que tuvimos la noticia de los más de 100 positivos.

MN.- ¿Cuántos contagiados hubo finalmente?

LC.- Son datos médicos que diariamente se reportan a las consellerías de Sanidade y de Política Social.

MN.- ¿Tomaron medidas para evitar la propagación del virus?

Desde principio de marzo empezamos a recibir y a implantar todas las pautas, protocolos y recomendaciones que nos enviaban, tanto de la Xunta como de la propia empresa. En ese
momento el virus ya estaba en España y por la experiencia de compañeros de otras residencias ya conocíamos el riesgo que este virus entrañaba.

La primera semana se pusieron en marcha las primeras medidas, que se fueron endureciendo conforme fuimos conociendo lo que sucedía. Esa misma semana, repartimos a las familias un comunicado donde se recomendaba disminuir las visitas, porque no
podíamos prohibirlas, e incluso aconsejábamos que de hacerse sólo asistiera una persona por residente y que estuviese cuanto menos tiempo mejor. Además, advertimos de que se intentara que esta persona que acudiese al centro fuese menor de 70 años por el riesgo que eso suponía. A partir de ahí, se tomó la decisión de confinar a los residentes en sus habitaciones, a pesar de que eso duplicaba el trabajo porque no somos un hospital, y siempre intentando mantener la comunicación con sus familiares.

«En ningún momento se escondió el material, estaba en un almacén»

MN.- ¿Qué se le pasó por la cabeza cuando el número de contagiados iba subiendo de cinco hasta superar los 100?

LC.- Fue un shock para todos, varios trabajadores sufrieron ataques de ansiedad. Nunca pudimos imaginar un número tan alto de positivos. Hasta ese momento, el personal estaba bien, los residentes también, salvo los que se trasladaron al hospital, en general con síntomas leves. Puedes temer que puede haber contagios y prepararte pero no hasta ese punto, fue muy complicado. El 30 de marzo fue un día muy difícil. Lo primero que
se me pasó por la cabeza es que necesitaba comunicárselo a las familias antes de que se enterasen por otras personas. En el momento en que recibimos la noticia, tanto los trabajadores del centro como los médicos que se trasladaron aquí y el equipo de enfermería y auxiliares, tragamos saliva y dijimos: tenemos que tener la mente despejada para tirar con esto. Intentamos gestionarlo lo mejor posible.

MN.- Dice que lo primero que pensó es en informar a las familias. Precisamente hubo críticas por la falta de información…

LC.- Yo siempre quise informarles antes de que se enterasen por otro lado. Cuando salió la noticia, la persona que cogía el teléfono no daba abasto. Ante esa situación, tomé la decisión de que el equipo técnico diera la noticia de los negativos y que fuese el departamento sanitario quien informase de los positivos, de forma que al final del día quedaron hechas todas las llamadas a un miembro de la familia de cada residente. La
avalancha fue tal que se tuvo que decir que no podíamos dar información desde recepción y eran los sanitarios quienes se encargaban de ello al mismo tiempo que atendían a la gente que se estaba poniendo muy malita, todo eso en las primeras 24 horas de la noticia. Todo el personal se ha caracterizado siempre por un nivel humano impresionante.

MN.- ¿Tuvo miedo en algún momento?

LC.- Lo que sientes en ese momento es indescriptible con palabras. Se te pasan millones de cosas por la cabeza. Sabíamos lo que estaba pasando en otras residencias de toda España,
sabíamos que era una enfermedad que iba a afectar a los mayores, una enfermedad para la que no hay tratamiento y que no es cuestión de medios ni materiales ni humanos. El tiempo
corría en nuestra contra. Uno de los primeros positivos que se derivó al hospital nos lo mandaron de vuelta a los pocos días… El personal se volcó la máximo, nadie se fue a su casa esa noche. Todos tenían el mismo objetivo: ayudar.

MN.- ¿Es cierto que en los primeros días usted no respondía a las llamadas, por ejemplo de autoridades locales?

LC.- Creo que lo que acabo de explicar antes responde a esta pregunta. Las primeras 24 horas fueron horribles. El primer domingo que estuve en mi casa de descanso fue 5 semanas después de ese 30 de marzo. El teléfono no paraba de sonar en todo momento, pero lo prioritario durante esos días era gestionar la atención de los residentes. En el centro había muchísimas cosas que hacer y que atender como para estar exclusivamente pendiente de las llamadas y del ordenador.

MN.- ¿Escondieron el material de protección a los trabajadores?

LC.- A partir de mediados de marzo se empieza con la mascarilla quirúrgica, aún sin ningún positivo, de acuerdo con los protocolos del Ministerio de Sanidad y de Xunta. Yo imprimía y
colgaba en recepción los correos con las medidas y las recomendaciones que iban llegando todos los días, estaba todo a la vista, tanto para las familias como para los trabajadores.

Evidentemente, cuando empiezan los primeros positivos, seempieza a trabajar como nos indican las administraciones y con el material necesario. En ningún momento se escondió el
material, estaba en un almacén. Desde el Sergas nos recomendaron que lo administrásemos adecuadamente y de acuerdo en cada momento con los protocolos vigentes… Afortunadamente nunca nos faltó, tanto por la empresa como por el Sergas.

«Más que miedo al futuro lo que me siento es dolida por lo que se dijo en esos días»

MN.- Durante estos dos meses se han filtrado fotos donde se han visto bolsas almacenadas en baños y habitaciones que daban la sensación de falta de higiene. ¿A qué correspondían?

LC.- El día 30 de marzo hicimos más de 50 cambios de habitación, hay residentes que llevaban años en un mismo dormitorio y teníamos que intentar sacar de la forma más rápida posible todas las pertenencias de cada uno de ellos para que este traslado les afectase lo mínimo posible. Lo que hicimos fue poner a todo el personal a meter todas las cosas en bolsas para tener situados a los residentes antes de la hora de la comida en su
nueva habitación y después ir colocando las cosas. No sé si hay alguna intencionalidad con las imágenes que se publicaron, yo sólo explico lo que pasó.

MN.- Los propios trabajadores hablaban de una caza de brujas por contar lo que ocurría dentro.

LC.- A mí no me ha llegado nada de eso, yo lo único que he recibido de los trabajadores del centro ha sido compañerismo y una forma de trabajar impecable. La gente que estuvo dentro lo vio todo.

MN.- ¿Teme consecuencias judiciales sobre usted?

LC.- Lo que pueda pasar en adelante, no lo sé. Sé que se actuó en el centro de la mejor manera que sabemos trabajar. El caos de organización de las primeras 24 horas se resolvió con la misma rapidez. En el primer momento hubo un cierto choque cultural entre los trabajadores del centro y los nuevos que vinieron del SERGAS y de Política Social, pero a los dos días estaba todo el mundo trabajando y a una. No te voy a negar, los compañeros
estaban dolidos porque lo que salía en los medios de comunicación eran acusaciones muy graves y muy duras, por eso más que miedo al futuro lo que me siento es dolida por lo que se dijo en esos días. Sólo había dos opciones, o tirar la toalla o darlo todo y nosotros decidimos darlo todo. No podíamos pararnos a pensar en eso, no nos podía afectar. Ha sido un trabajo increíblemente duro.

MN.- ¿Cambiarán las cosas en DomusVi Cangas una vez termine la intervención de la Xunta?

LC.- Van a cambiar muchas cosas, aquí y en todas las residencias. Día a día estamos implantando los protocolos que cada situación obliga o aconseja, y tenemos que ir acostumbrándonos. No pensamos en un futuro a largo plazo, sino que nos vamos
adaptando a la desescalada conforme nos van indicando desde la Xunta.

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