Los servicios fúnebres sacando el cadáver de la moañesa de la vivienda.

El hijo de la víctima declaró que su madre le «tenía miedo» y como acusación particular pide la prisión permanente revisable

El hombre acusado de asesinar a Cándida Soaje en 2021, la vecina de la parroquia de Tirán, en Moaña, ya había sido sorprendido años antes en esa vivienda, a la que había entrado a robar, y la mujer «le tenía miedo», según declaró el hijo de la víctima, Samuel P. en el juicio que comenzó ayer en la sección segunda de la Audiencia Provincial de Pontevedra. La vista contra Balbino S.E. comenzó tras la selección del tribunal de jurado, pero el acusado, para quien la Fiscalía pide 25 años de prisión (petición que la acusación particular eleva a prisión permanente revisable), se ha acogido a su derecho a declarar al final de la práctica de la prueba.

Sí han comparecido ante el tribunal varios testigos, entre ellos el hijo de la víctima, Samuel P., que relató que su madre conocía al acusado porque, además de vivir en una casa próxima, lo había sorprendido hacía «25 ó 30 años» dentro de su vivienda, a donde había entrado a robar. En aquel momento, explicó el testigo, su madre retiró la denuncia ante los ruegos de la madre de Balbino, pero nunca tuvo relación con él, «ni quería tenerla» porque «le tenía miedo».

Según ha relatado el hijo, su madre vivía sola, y era él quien acudía a visitarla prácticamente a diario, y quien le ayudaba con los quehaceres domésticos o con la compra. Al respecto, ha subrayado que el acusado, como sostuvo éste en su momento, no frecuentaba la casa de su madre para ayudarla en el jardín ni para ninguna otra actividad.

Samuel recordó que fue él quien encontró el cadáver de su madre al entrar en la casa, forzando una ventana, ya que la mujer no atendía a sus llamadas ni podía abrir la puerta porque tenía una llave rota metida en la cerradura. El hijo encontró a la víctima tirada en el `hall` de la casa, con una cuerda enroscada en el cuello y atada al pasamanos de una escalera, con las manos atadas a la espalda «y el cuerpo lleno de hematomas». Asimismo, explicó que, en el salón de la vivienda, encontró la cartera de su madre abierta, aunque con sólo unas monedas, y varias libretas bancarias y documentación tirada.

UNA COARTADA

También prestó declaración en la primera jornada del juicio un testigo que aseguró que el acusado contactó con él poco después del crimen para explicarle que había visto a la mujer ya fallecida en su casa, aunque «no admitió que la hubiera matado él». No obstante, relató, Balbino le pidió que, si era interrogado por la Guardia Civil, explicara que habían estado juntos en las últimas horas. «Él me quería involucrar. Me quería poner como coartada», señaló.

Igualmente, prestó declaración como testigo una vecina de la zona que, meses antes del crimen, denunció al acusado por haber intentado entrar en su casa a robar. La mujer relató que había sorprendido al procesado entrando en su finca con un cuchillo, pero el procedimiento por esos hechos se acabó archivando. «Me siento culpable, porque esa señora podría haber sido yo (…) ojalá le `caiga` lo máximo posible, porque ahora mi hijo no quiere vivir allí», proclamó esta testigo.

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