La mujer fue al banco acompañada de tres personas que le pidieron ayuda para cobrar diez décimos a cambio de repartirse el premio
Una vecina de Moaña, de edad avanzada, nunca pensó que el intento de ayudar a una cándida joven esta semana le iba a salir tan caro. Según ha denunciado ante la Guardia Civil, le ha costado 30.000 euros. Este es el dinero que, dice, le han estafado tres personas compinchadas mediante el timo más antiguo, el del tocomocho. Según declaró la mujer a los agentes, una chica asaltó a la anciana cuando se encontraba en la calle pidiéndole que le indicara cómo podía hacer para cobrar una decena de cupones de la ONCE agraciados. Mientras se encontraban conversando, a la vista de todos aquellos que caminaban por la concurrida vía, entró en escena otra mujer, que dijo llamar a la oficina central para confirmar que esos décimos estaban premiados con una cantidad importante de dinero. También le ratificaron desde el otro lado del teléfono que si la anciana le ayudaba a cobrarlos podrían repartirse la cuantían entre las tres conversantes. No se sabe si realmente llegó a conectar con alguien, pero en cualquier caso no con quien había dicho.
Con todo este teatro, la víctima comenzó a creerse la oportunidad que le había surgido y optó por mantenerse receptiva. Así las cosas, entró en escena una cuarta persona, un hombre que se presentó como el padre de la primera mujer que llamó la atención de la moañesa. La función de este cuarto personaje era ofrecerse para trasladar a la anciana al banco y que pudiera sacar el dinero que le permitía quedarse con los décimos premiados. Y así lo hizo.
Una vez se vieron con los billetes en la mano, una de ellas dijo sentirse indispuesta y pidieron a la anciana que le trajera un refrigerio con la garantía de que ella tenía en su poder los décimos. Evidentemente, cuando regresó los tres timadores habían desaparecido con la pasta.
Por el momento este ha sido el único caso denunciado del timo del tocomocho en la zona, aunque desde la Guardia Civil alertan de que podría haber más que no denuncian por la vergüenza y los problemas familiares que podría acarrearle el haber caído en la trampa. Pese a que aparentemente parece poco probable ser víctima de esta estafa, la puesta en escena de los timadores es tan creíble que muchas veces logran su objetivo.