Dolores Prieto, vecina de O Hío ha soplado las velas este fin de semana rodeada de toda su familia. Pese a haber tenido una vida de esfuerzo para criar sola a sus tres hijos, presume de vitalidad, optimismo y cero medicación
Soplar las velas siempre es una buena noticia, pero hacerlo durante 102 años seguidos es todo un hito. Es el caso de Dolores Prieto, una vecina de Pinténs, en Cangas, que puede presumir de ser la más longeva del municipio. Ayer celebró las 102 privameras y en plena forma. Otro de sus orgullos es que no supo lo que era pisar un hospital hasta el año pasado. Goza de una salud de hierro porque no toma ninguna medicación y se puede decir que está libre de achaques. También de esos que tienen que ver con el entusiasmo y la motivación por seguir disfrutando de los suyos. “No tengo ninguna gana de morir”, aclaraba Dolores por si alguien aún no se había dado cuenta.

Se notó este fin de semana, al pie del cañón delante de la tarta. Como hace todos los años. “Siempre lo celebra, no falla”, afirma una de sus nietas. Eso sí, en esta ocasión la fiesta se adelantó unas horas para poder compartir este momento único con toda su familia, incluido su hijo que reside en Huelva. Hijos, nietos, biznietos de sangre, y también políticos, la arroparon en torno a una mesa, que es como se deben festejar los grandes acontecimientos.Y para rematar, una foto para enmarcar y con ansias de repetir el 12 de mayo de 2026.
Dolores fue una mujer luchadora, pero siempre positiva y sin prisas. Quizá este fue su secreto para guardar salud frente a los momentos duros. Enviudó con 57 años tras una muerte repentina del que fue el único hombre de su vida y eso le obligó a tomar la riendas de su hogar en solitario, trabajando como encargada de almacén en la fábrica de Ameixide. Era la única del equipo que sabía leer y escribir, de forma autodidacta, por supuesto, y eso le permitió un puesto de responsabilidad en un mundo de hombres. Siempre fue coqueta, con los labios pintados y el pelo en su sitio, mantiene su afición a la poesía, a la lectura, “de cualquier cosa” dicen sus familiares, y también por la pintura. Enseña pintura a sus compañeros en el centro de día de Cangas al que acude cada tarde. Y entre pincelada y pincelada, sus canciones de guerra suenan a gloria. Pero si hay algo que enorgullece, y mucho, a los suyos es que “no hay nadie que pueda hablar mal de ella” porque, reconocen, “tampoco nunca ella habló mal de nadie”.ue acude cada tarde. Y entre pincelada y pincelada, sus canciones de guerra suenan a gloria. Pero si hay algo que enorgullece, y mucho, a los suyos es que “no hay nadie que pueda hablar mal de ella” porque, reconocen, “tampoco nunca ella habló mal de nadie”.