El salón de plenos de Moaña estuvo lleno de vecinos animando a Rodrigo.

Vamos! Ese fue el grito de guerra los minutos previos a la salida de Rodrigo Conde en un salón de plenos del Concello de Moaña lleno hasta la bandera desde mucho antes de las once y media de la mañana. Hubo nervios, tensión y muchos rezos. Caras serias y de concentración. También entre los más pequeños, que habían hecho los deberes y acudieron con pancartas de ánimo del moañés. Eran mayoría, y eso se notaba en el ambiente. Hay cantera y, además, muy disciplinada. Sentados en las butacas, algunos con camisetas corporativas de un club de remo local, pero dándolo todo con el corazón en un puño no dejaron de repetir el nombre del deportista más famoso de Moaña en estas olimpiadas de París 2024: Rodri!

En la afición adulta, las palmas sonaron con cada palada del remero hasta su llegada a la meta. Familiares, vecinos, conocidos y el gobierno local al completo. La alcaldesa, Leticia Santos, en primera fila se entregó como la que más. Llegó a morderse las uñas de los nervios. Daba la sensación de que el tiempo se había detenido y de que los minutos corrían más lentos. Pero la realidad llegó, Rodrigo Conde no pudo alcanzar ninguna medalla y quedó en quinto lugar. Decepción que duró poco porque «quedar quinto es un orgullo y tenemos que estar orgullosos de él», declaró micro en mano la regidora para levantar el ánimo delante de la pantalla gigante que acababa de retransmitir en directo la prueba olímpica.

Y, efectivamente, Moaña no pudo subir al pódium pero el municipio reconoció el logro que supone que uno de los suyos, un vecino, haya logrado estar entre los mejores remeros del país hasta el punto de disputar unos Juegos Olímpicos. También lo hizo su primer entrenador, Pablo Gutiérrez, que desde la última fila siguió emocionado la regata y quien dijo que «había que quitarse el sombrero porque lo dieron todo e hicieron una muy buena prueba». «Son dos puras sangres, estoy muy orgulloso», calificó a Rodrigo Conde y a su compañero.

Conde cumplió la palabra que dio a su entrenador vía WhatsApp pocas horas antes de enfrentarse en la final. Le dijo que iba a poner toda la carne en el asador pese a competir por primera vez en categoría pesada. «Hay un abismo entre ligeros y pesados y sus rivales eran más altos, de más envergadura y más pesados, ellos todavía son unos niños así que en los próximos Juegos Olímpicos lo harán mejor», dijo el míster mientras se quitaba el sombrero ante un pupilo, Rodrigo Conde, que casi toca la cima del deporte y que durante unos días ha ilusionado a su pueblo. Chapó!

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