O sacerdote de Domaio, Ángel Tabarés, nun vídeo no seu perfil de Facebook.

CARTA ÍNTEGRA DEL PÁRROCO: DON ÁNGEL TABARÉS

Después de los artículos publicados en medios de comunicación, no pensaba tener que pedirles una vez más que publicaran un tercero. Pero me han pedido una rectificación en cuanto a los términos que he empleado. Vaya mi agradecimiento a los medios por su amabilidad.

Es verdad que he empleado términos muy duros como «impuesto revolucionario» o «botin», y otros, que no reflejan la actividad generosa de muchas personas que, formando parte de la Comisión de fiestas, han trabajado por el bien del pueblo de Domaio. Pienso en concreto en tantas personas que emplearon tiempo y energía, para que todos disfrutábamos de unas fiestas familiares y sanas. Hacia ellas va mi gratitud personal y creo que la de todos.

Sin embargo, el querer apropiarse de los bienes ajenos, es algo absolutamente inmoral e injusto, lo haga quien lo haga, sobre todo si se emplea cualquier tipo de coacción. A esto hay que añadir que la mayoría no siempre tiene la razón, especialmente cuando se acuerda despojar de sus bienes al pequeño.

La mayoría tampoco puede decidir qué se hace con un bien particular que pertenece a otro. En las asambleas hay gente de Domaio que no va porque no quiere. Y esto no es de extrañar, ya que el que piensa algo diferente a la mayoría es abucheado y acallado. Pretender que todo un pueblo adopte una única ideología fue siempre el objetivo de los sistemas totalitarios, donde a nadie se le permite pensar ni hablar de manera propia. La ideología única arruina la libertad personal ¿y de qué modo la controla? Por medio del miedo.

«Si haces esto o piensas de manera distinta, los demás se volverán contra ti o contra tus intereses». Mucha gente cede a este miedo, porque conoce las represalias que se toman contra los que no hacen «como todos». ¿Y cómo se consigue que la gente no piense por sí misma? Evitando el acceso a una educación plural, a aprender algo diferente a aquello que inculca el sistema totalitario. «No se permita religión ni filosofía». «No dejemos que nuestros jóvenes oigan algo diferente». «Que todos opinen como a nosotros nos interesa». Cuando yo era estudiante, nos manejaban cabecillas extremistas manejados por intereses políticos. Me pregunto ahora ¿quién tendrá la fortaleza y rectitud para construir un pueblo plural, donde se respete los derechos del débil y del diferente? Me pregunto también ¿qué o quién será capaz de hacernos recuperar el regalo tan precioso de la libertad interior y exterior?


¡Muy feliz Navidad!

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