Javier Santomé mostrando en el móvil la foto de su perrita María.

Su perrita falleció cinco días después de que un perro de raza peligrosa lo atacase en una calle del centro de Moaña

Javier Santomé está destrozado y pide justicia. Su perrita María era todo lo que tenía, pero el pasado 17 de mayo, Día de las Letras Galegas, falleció como consecuencia de la agresión de un perro de raza potencialmente peligrosa cinco días antes en la calle As Barxas de Moaña, frente a la escultura del emigrante, en el barrio de O Rosal. Recuerda visiblemente emocionado mientras observa a su perrita en las fotos del móvil que todo ocurrió a última hora del 12 de mayo cuando paseaba con María por los soportales y de repente vio cómo otro perro se abalanzaba sobre él para morderle. Al principio no sabía de dónde había salió, solo escuchó a una mujer que a gritos le decía que cogiese a su perrita. Así lo hizo para ponerla a salvo, pero, explica, que en ese intento de alzarla a la mayor altura posible para que no pudiese alcanzarla, el otro can de gran tamaño acabó mordiéndole en el costado, tirándolo a él al suelo y, por lo tanto, también a María, que quedó a merced de la afilada mandíbula del agresor. “Le mordió en la columna y le abrió la barriga, así que yo estuve varios minutos de rodillas gritando que salvaran a mi hija, porque para mí era eso, mi hija, lo único que tenía en la vida, y con la que pasaba las 24 horas», relataba lleno de indignación y con la mirada perdida.

No está dispuesto a que este hecho quede impune y por eso lo ha puesto en manos de la Guardia Civil. Después de lo ocurrido con su perrita ha llegado a sus oídos que el mismo perro que mató a María ya lo hizo con otros antes, aunque los casos no llegaron nunca a denunciarse. Está convencido de que el “modus operandi” es muy similar y ahora saca fuerzas de donde puede para conseguir testimonios que le ayuden a exigir responsabilidades. “Solo pienso en que si vuelve a hacerle daño a otro animal, a un niño o a cualquier otra persona y no denuncie mi caso, no me lo perdonaría”, reconoce consciente de que su compañera de viaje ya no volverá, pero de que puede evitar nuevos casos.

Desde que se supo de esta agresión y el fatal desenlace de María no ha parado de recibir apoyos. En O Rosal #TodosSomosMaria porque, dicen, “era el perro de todos, no solo de Javier”.

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