Inés y Daniel, en una foto anterior a padecer la enfermedad.

Su mujer, Inés Couso: «Cuando llamaba a la UCI me temblaba todo, me veía atada de pies y manos y sin información»

Daniel Aldea, vecino de Moaña de 43 años, dejó de ser un ciudadano anónimo algo que nunca hubiese deseado. Sin saberlo se convirtió en el primer paciente ingresado por Covid-19 en el área sanitaria de Vigo. De eso hace ya un mes. Y, afortunadamente, puede contarlo. Aunque todavía débil porque ha perdido mucho peso y le cuesta andar, Daniel se está acabando de recuperar en su casa, arropado por su familia con la que no ha tenido contacto durante todo este tiempo. «Deseaba volver a casa, quería sentirme otra vez la persona que fui», explicó a este periódico, aunque reconoce que en el hospital le trataron muy bien, «se preocuparon mucho por mí».

El pasado 25 de marzo dio un gran paso y lo hizo entre aplausos. Los sanitarios que le habían atendido en la UCI durante 19 días lo despedían entre aplausos. Por fin salía del peligro. «No me lo esperaba, me puse a llorar porque no sabía cómo reaccionar, aún estaba bajo sedantes», recuerda Daniel, que «no ha sido muy consciente de lo que le había ocurrido hasta casi el final».

Su mujer, Inés Couso, que también dio positivo pocas horas después de su marido aunque estuvo asintomática, los ha pasado «fatal» durante todo este tiempo. Al principio recibía la información a cuentagotas porque los médicos desconocían cómo iba a evolucionar. Daniel era el primer paciente infectado por coronavirus en el área sanitaria de Vigo y fue en ese momento cuando el maldito nombre comenzó a sonar con fuerza en los pasillos del hospital. «Me veía atada de pies y manos pero sin información, su salud estaba muy mal y sólo podía hablar con la UCI una vez al día, cuando lo hacía me temblaba todo, no lo veía y el tiempo se pasaba muy despacio», relata Inés, que ahora ya respira algo más tranquila a la espera de que «esto se pueda parar cuanto antes».

Ha sido un mes duro, «muy duro». Ha tenido que escuchar comentarios desafortunados pero, sobre todo, prefiere quedarse con el calor y el cariño de la gente «que nos dio muchísimo ánimo».

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