El tiempo pasa rápido pero situaciones como las acontecidas en Ourense y ahora también en la comarca de O Morrazo reviven heridas provocadas por el mismo arma: el fuego. Ayer se cumplieron tres años del incendio que a punto estuvo de arrasar con varias viviendas de la parroquia moañesa de Meira. Y, además, con un origen similar al de Vilaboa y Oia, una probable imprudencia mientras se llevaban a cabo tareas de desbroce. La Guardia Civil abrió una investigación pero nada más se supo después, al menos de manera oficial, sobre sus consecuencias. Si bien es cierto que desde ese momento Moaña parece estar más sensible ante el ruido de la máquina en momentos de tanto riesgo como es este.
Pero, por quedarse con lo positivo de huellas del pasado como esta, ayer se brindó por la colaboración. Aquel 22 de agosto de 2022 Moaña dio una lección de solidaridad vecinal, independientemente de la distancia entre calles. Los ciudadanos se volcaron para ayudar con cubos, mangueras, ramas y con sus propias manos. Allí se pudo ver a políticos, de primera fila y de segunda, del gobierno y de la oposición. Agentes de la Policía Local fuera de servicio, agentes forestales y medios autonómicos por tierra y aire. No se escatimó desde el minuto uno. Aunque solo arrasó 20 hectáreas, las llamas se quedaron a las puertas de varias viviendas. Fue gracias al esfuerzo de todos.
O Morrazo ya tiene la desagradable experiencia de tener que luchar contra un macroincendo. En 2006 las llamas pusieron contra las cuerdas a toda la comarca.