Los vecinos están llevando a cabo movilizaciones y una campaña de recogida de firmas para evitar la degradación de este céntrico barrio de Marín
Hace apenas 15 días que Ismael Ferreira, porriñés de nacimiento y de 44 años de edad, entró a ocupar una de las viviendas viejas y derruidas de la calle Cruceiros de Cantodarea, en el centro de Marín. Como vecino tiene a otra pareja en las mismas condiciones, Esteban Farto y Alexandra Velasco, que llevan okupando la casa desde el pasado mes de noviembre.
Pero esta situación no es nueva. La llegada de estas personas ha sido «la punta del iceberg» para que los vecinos hayan comenzado a movilizarse pidiendo solución a la degradación del barrio. Denuncian que el «abandono del barrio ha sido un caldo de cultivo» para la okupación y, en consecuencia, para el trapicheo y droga. Hace algunos días comenzaron una campaña de recogida de firmas en los pocos negocios que todavía continúan abiertos en el lugar pero la concentración de ayer fue totalmente espontánea. «Los vecinos estamos cabreados e indignados. Cantodarea era una barrio típico marinero y ahora es un barrio marginal», relata una vecina que exige que la administración más inversión para esta degradación y recuperar la identidad propia que siempre ha tenido la zona.
El propio Ismael, que hace dos años recuerda cómo ganaba muchos miles de euros como interiorista en el centro de Madrid trabajando incluso para los Morancos, asegura a MorrazoNoticias que no está siendo fácil la integración y reconoce que a pesar del poco tiempo que lleva sí ha notado hostilidad por parte de los vecinos. «Entro por la ventana porque la puerta está tapiada y no tengo dinero para poner una», explica. Se defiende asegurando que su derruida casa no es una narcovivienda porque aunque es consumidor acude a otro punto de Marín a comprar su dosis pero admite que si se pone en la piel de una madre con hijos «es lógico que no quiera a un vecino como yo». «Soy consumidor y mi círculo es marginal e indeseable para cualquiera. Yo mismo me veo indeseable pero no tengo otra opción», reconoce a este medio.
La situación en Cantodarea es tan tensa que en las últimas horas alguien le ha arrojado por el tejado varias piedras de gran tamaño, «sobre 10 kilos» de peso cada uno. Es consciente de que su futuro en la ruinosa casa es muy «incierto» pero también advierte de que si finalmente tiene que marcharse de aquí «probablemente me vaya a ocupar un edificio en construcción de Marín». «Llevo 10 años viviendo en Marín, estoy empadronado aquí, y no quiero volverme a Porriño a casa de mis padres», explica.
Esteban y Alexandra viven a sólo unos metros de Ismael desde noviembre. Aunque prefiere no mostrar su cara, dice no tener problema con los vecinos que «me ayudan siempre que yo se lo pido, tanto con comida como con herramientas». Aunque asegura que no prefiere no hablar de los «trapicheos» a los que se refieren los vecinos sí reconoce movimientos raros en la vivienda en la que se encuentra Ismael. «A mí esto me afecta de rebote, lo más seguro es que si lo echan a él también nos echen a nosotros», augura.
Incremento de la vigilancia policial
El Concello de Marín se manifiesta “conocedor de la situación» de la que «hacemos seguimento”, aseguran fuentes municipales. También son conocedores de los detalles de esta situación tanto la Policía Nacional como la Policía Local, que ya tramitó varios informes después de atender la quejas del vecindario.
Aunque esta situación no es nueva, admiten, sí que consta recién una denuncia oficial de un propietario respeto de su inmueble. En todo caso, se trata de viviendas que se encuentran en una situación de abandono y que no cumplen con los mínimos requisitos de habitabilidad. “Entendemos perfectamente la tensión que esto, unido la otras problemáticas derivadas de la presencia de estas personas, genera entre el vecindario”, aseguran desde el consistorio. Por lo tanto, el Gobierno local asegura que su actuación es “contundente” pero que la tramitación de este tipo de casos es “larga y compleja” fundamentalmente en la «localización de los propietarios para instarlos a que denuncien» para que «sean las autoridades judiciales las que intervengan e inicien en proceso correspondiente».
Al mismo tiempo, el Concello pedirá un incremento del controles y de la vigilancia para tratar de garantizar la tranquilidad del vecindario, solicitándole a la Policía Nacional su presencia en esta zona, y se estudiarán otro tipo de medidas.