Los muebles mezclados con el resto de basura y residuos depositados en el compostero de Aldán.

Durante el mes de julio el ente supramunicipal ha recibido más de 500 llamadas para recoger voluminosos, el doble que las que registra cualquier mes del reto del año con 200 mensuales

El mix verano y vacaciones no solo se nota en las playas sino también en las islas de contenedores de la comarca de O Morrazo. Las familias aprovechan para limpiar y renovar las viviendas y, por lo tanto, para actualizar el mobiliario. Hasta el punto de que la Mancomunidade do Morrazo no da abasto a gestionar la avalancha de llamadas que recibe la centralita de la nave de A Portela para solicitar la recogida de elementos considerados como voluminosos en referencia a electrodomésticos diversos, muebles, colchones y distintos objetos que no se consideran residuos orgánicos, vidrio o papel y cartón. Así lo explica la actual presidenta del ente supramunicipal y alcaldesa de Cangas, Araceli Gestido, quien dice que solo en el mes de julio la planta ha registrado más de 500 solicitudes para recogida de objetos en las tres localidades que integran este organismo: Moaña, Bueu y Cangas. Una cifra que duplicaría la media mensual del resto del año, que suele rondar las 200. 

Este incremento es, explica, “directamente proporcional” a los días que la Mancomunidade tarda en ponerse en contacto con los vecinos que previamente han demandado el servicio a través de un contestador telefónico. “Normalmente la capacidad de respuesta está entre uno y tres días, pero con tanta llamada puede dilatarse hasta una semana o algo más», detallaba Gestido al tiempo que reconoce que teme que cale “el mensaje de que no te atienden y entonces pasan de llamar”. Asegura que como cada verano se refuerza el servicio de recogida de residuos, fundamentalmente en las rutas de la basura, pero “no somos capaces de ir al ritmo habitual» en los voluminosos. 

Estas explicaciones de la presidenta tratan de acallar las quejas que circulan en las redes y que también se respiran en la calle sobre las dificultades para comunicarse con el Punto Limpio a través del teléfono indicado para ello. “Llevo dos semanas dejándoles mensajes y no tengo respuesta», decía una de ellas seguida de “a mi tampoco me han llamado” o “al final se extrañan de que la gente deje las cosas al lado de los contenedores sin esperar la recogida”. Una actitud incívica sancionable, aunque identificar a los autores suele ser tarea imposible.

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