Guillermo Martínez comprobando uno de los bidones de su bodega en Vilaboa.

La Asociación que gestiona la Indicación Geográfica asegura que en municipios como el de Vilaboa el número de cepas se ha reducido en 20 años en más de un 80 por ciento

Nació como una agrupación de cosecheiros de Bueu y Vilaboa hace algo más de una década y en poco tiempo vio como se sumaban los concellos de Cangas, Moaña, Marín, Poio y Redondela. Aunque en un principio trataron de sumarse a una denominación próxima, no tuvieron demasiada suerte y al amparo del GDR Pontevedra-O Morrazo optaron por crear la Indicación Geográfica Protegida (IXP) Ribeiras do Morrazo para luchar contra el abandono de los viñedos y, en definitiva, reconocer el esfuerzo de muchos viticultores, bodegas y entidades en un territorio de gran potencial enológico. Actualmente compuesta por Videiras do Mar de O Hío, Abadía de Poio, Adega Ardán de Marín, Reboraina de Redondela, Costas de Moaña (la última en incorporarse) y Os Areeiros de Vilaboa. Entre todos, y con Guillermo Martínez (Os Areeiros) a la cabeza de la Asociación de Bodegas de IXP trabajan para dar valor a sus vinos “singulares, representativos de la identidad de estas tierras y de una calidad contrastada”.

Martínez mostrando su viñedo en San Adrián de Cobres.

Desde su bodega en Santa Cristina de Cobres, Martínez no descarta dar un paso más que podría pasar por una Denominación de Origen, pero reconoce que la falta de relevo generacional en el sector está provocando un “alarmante” corte de cepas que, a su vez conlleva una “pérdida de derechos históricos” que califica de “drama”. “Que corten si quieren, pero que lo documenten con una simple llamada de teléfono a la Oficina Agraria más cercana, para que quede registrado”, asesora, llamando a “parar” esta práctica porque de lo contrario “cualquier persona que quiera después integrarse en el sector primario no podrá hacerlo porque tiene que pedir todo tipo de permisos para plantar viñas”. Advertencia que avala con números en el municipio que le vio nacer  y en el que cuenta con tres hectáreas de viñedo, “uno de los más grandes de O Morrazo”. En los años 90 en Vilaboa había documentados allá por 2.200.000 m2 destinados a viñedo, mientras que ahora no se llega a los 400.000 m2. En Bueu, con el famoso tinta femia también ha perdido gran parte de su producción en las parroquias de Cela y en Moaña y Cangas ocurre algo similar, se corta “a mansalva”. 

Con varios premios en la galería, el último el Gran Oro en Vinespaña 2025 el pasado mes de febrero, la IXP Ribeiras do Morrazo está en pleno crecimiento, “haciendo mucho ruido”, define su portavoz. Exportan a países como Dinamarca, Noruega e Inglaterra una media de 25.000 litros anuales y en su mente se mantiene explorar el otro lado del océano. Los aranceles de Trump frenaron en seco esa idea, pero no lograron borrarla de sus planes a corto-medio plazo.

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