Carlos Lago, encargado de la atracción del saltamontes de las Fiestas del Cristo de Cangas.

Lago, encargado del saltamontes instalado en Cangas, prefiere ver el accidente de Vigo como “una desgracia” más 

Es la atracción más famosa este verano desde el desgraciado accidente que le costó la vida a un joven en las fiestas de Matamá, en Vigo. Pero el saltamontes sigue siendo la estrella de cualquier fiesta y en Cangas no podía faltar. Ya lo avisó el gobierno local nada más tener noticia del accidente, aclarando que el que tenía previsto venir a las Fiestas del Cristo no era el siniestrado. Y así ha sido. Su pintoresco muñeco lucía ayer impoluto para recibir a su público con la caída del sol. Situado en las inmediaciones del puerto, su encargado descansaba del montaje iniciado esta semana y desde la cabina de mando restaba importancia a la “desgracia” ocurrida en la ciudad olívica hace ahora tres semanas. “Ayer murieron cuatro personas en la carretera con un MCLaren y qué hacemos ¿retiramos los MCLaren del mercado? Cuando hay un accidente de avión mueren muchas personas ¿los prohibimos? Lo de Matamá fue otro accidente que pasa, pero nada fuera de lo normal solo que le dieron mucho bombo”. explicó a Morrazo Noticias algo enojado por la fama que desde entonces han querido dar a las atracciones y, especialmente, a la del saltamontes.

Está convendido, porque la experiencia así se lo demuestra, de que pese a que pueden producirse fallos con consecuencias fatales, “a quien le gusta se sigue montando”. Sí es consciente de que “la gente se sube con miedo y pregunta si pasó la revisión, pero a quien le gusta se sigue montando”, insiste. Pone como ejemplo el testimonio de una familia que hace solo unos días le comentó que “una hora antes de que el joven muriese en Vigo su hijo de cinco años estuvo montado en ese saltamontes”. “Sin embargo, en Pontevedra se volvió a montar con nosotros y nos dijo que también vendrían a Cangas”, relató.

CAÍDA DE PÚBLICO

Reconoce Lago que desde hace un tiempo notan una bajada de la clientela. Ya mucho antes de la muerte en Matamá. Se debe, en su opinión, a las dificultades económicas por las que atraviesan muchos hogares y la subida de los tickets. Asegura que cada vez pagan más dinero para poder instalarse «y eso tenemos que repercutirlo en la entrada, que asciende ya a 5 euros por persona y atracción y para una familia con varios hijos se hace mucho”.

Sin despegar los pies del suelo, se muestra optimista sobre cómo irán estas fiestas que ya marcan los últimos flecos de la temporada fuerte y para dar la bienvenida al otoño.

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