La propietaria sorprendió a media tarde del miércoles a un hombre junto a la máquina de tabaco. “Lo tuve que echar”, exclamó
Eran en torno a las seis de la tarde cuando la propietaria del conocido pub Cabanel de Domaio no daba crédito a lo que estaba viendo. Se encontraba realizando unas reformas en la vivienda donde se encuentra el establecimiento y cuando accedió a las instalaciones “por casualidad para hacerme un café» sorprendió a un hombre en el interior a punto de acceder a la caja registradora. “Debieron escuchar mis gritos en Moaña, grité como una posesa y no se movía”, explicaba su propietaria, Beatriz Brao, que reconoce que pese a que en ese momento se armó de valor “el miedo vino después pensando si podía llevar algún arma o haberme golpeado porque estaba sola”. Lejos de huir tras ser pillado ‘in fraganti’, el caco salió del local a paso lento, “muy tranquilo” y sin contestar a la insistente pregunta de “qué haces aquí”. En ese arrebato, explica la dueña, “cogí una tranca que encontré allí y comencé a golpear el suelo fuertemente para intimidarlo y que se marchara”. Afortunadamente no le dio tiempo llevarse nada y marchó con las manos vacías.
Su peculiar aspecto físico de muy baja estatura, complexión bastante fuerte, con calvicie y barba de algunos días estaba ya grabado en la mente de Beatriz. No era la primera vez que lo veía. Hace en torno a un mes que había acudido al pub para tomarse un refresco, aunque pidió algún servicio más. “Me preguntó si había chicas”, recuerda esta moañesa, lo que le llamó mucho la atención “pero cuando le dije que no, cogió su lata y se marchó”.
MODUS OPERANDI
El modus operandi es diferente a los dos robos que se han producido en Moaña en el último mes, uno en la farmacia de Meira a mediados de septiembre y otro en el estanco de la playa de A Xunqueira dos semanas después. En estos casos anteriores tenían el rostro cubierto y al menos uno de los atracadores iba armado y amenazó a las empleadas. La Guardia Civil continúa investigando pero hasta el momento no se han producido detenciones. Por el contrario, el atracador de Domaio, de unos 35 años, iba a cara descubierta y no mostró ningún instrumento que supusiera riesgo vital.