El tímpano de la iglesia de San Martiño expuesto en el Museo de Pontevedra. FOTO ANTONIO COSTA.

Desde 1927 el tímpano que ocupaba un lugar privilegiado de la sacristía de la iglesia de San Martiño antes de su reforma en el siglo XVIII está expuesto en el Museo de Pontevedra 

El patrimonio moañés puede disfrutarse recorriendo los lugares más emblemáticos del municipio pero también visitando la capital de la provincia. El Museo de Pontevedra da cobijo desde hace casi un siglo a uno de los tímpanos de la iglesia de San Martiño, declarada Bien de Interés Cultural gracias al trabajo y el tesón del historiador moañés Antonio Costa. Fue en 1927 cuando se decidió que la galería de la Diputación de Pontevedra era el mejor lugar para su cuidado y exposición al tiempo que se daba la posibilidad de disfrutar de su belleza a los amantes de la historia que optasen por visitar la sala de la ciudad del Lérez. Sin embargo no llegó hasta 1929 porque previamente permaneció custodiado por la Sociedad Arqueológica de Pontevedra. Una decisión que Costa sigue defendiendo porque en aquella época “las cosas no eran como ahora”, precisa, y corría un enorme riesgo de ser destruido. 

No tendría sentido que regrese a su lugar de origen, sin embargo, Moaña no quedó huérfana de esta pieza de gran valor arquitectónico datada a finales del siglo XII o principios del XIII y que inicialmente habría ocupado un lugar privilegiado de la sacristía del templo antes de su reforma en el siglo XVIII. Su réplica preside desde 2018 los jardines de La Rectoral, el inmueble que acoge la Escuela Municipal de Música situada a pocos metros de la iglesia.

Este frontón de piedra tallada es una representación de la historia pero también la huella de una relación de amistad entre dos grandes, el rey Fernando II de Galicia y el noble gallego Fernando Árias. Este último, según la investigación de Costa de más de 50 años, quiso hacer un homenaje a su gran amigo Fernando II ya fallecido, la figura central del tímpano dentro de la mandorla.  “Una vez se terminó de hacer la iglesia y se consagró, con Fernando II ya fallecido, fue cuando se acabó la sacristía y fue entonces cuando Árias acordó hacer un homenaje a su amigo con el que se había criado en la casa del Conde de Traba en Santiago de Compostela”, descubrió el moañés a lo largo de este tiempo pudiendo describir las tallas que componen el tímpano. “Figura la apoteosis de San Martín” en la que dos ángeles simulan la subida de Fernando II al cielo” mientras las dos imágenes de menor tamaño de las esquinas y que parece estar dormidas esperan a la “resurrección» del monarca. “Los reyes en aquella época no morían”, precisa para dar sentido a cara principal del tímpano.

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