Cuando el pasado 3 de julio de 2021 se enteró que su vecina Cándida había sido encontrada muerta en el interior de su vivienda se le puso el vello como escarpias. Pero cuando pocas horas después se conoció que Balbino Soliño, vecino también de la parroquia de Tirán, en Moaña, había sido detenido por el crimen, entonces se le removió todo pensando en lo que ocurrió apenas unas semanas antes.
Celeste Meira pilló a Balbino en el interior de su terraza con un cuchillo en la mano. Saltó por el muro de su terraza y sin temor se acercaba a ella. Cuando comenzó a gritar pidiendo auxilio a sus vecinos, Balbino escapó por donde había entrado. “Llegaba de la compra y lo vi en la puerta de mi garaje, de una esquina a la otra, tenía mala pinta pero como no lo conocía porque llevaba poco tiempo viviendo ahí metí el coche y entré en la vivivienda. Cuando me senté en la terraza, a eso de las siete de la tarde, fue cuando escuché un golpe y lo vi a él detrás de un limonero apuntántome con el cuchillo”, recuerda a Atlántico. Desde ese momento le quedó un trauma, no es capaz de dormir por las noches porque le viene su cara a la cabeza. Visto el final de su vecina, no sabe con qué intención irrumpió armado en su casa porque después se enteró que “todos aquí le tenían miedo”.
Celeste denunció ante la Guardia Civil, pero la jueza decidió archivar el caso por falta de pruebas apenas dos semanas después y unos días antes de que aconteciera el crimen. “Ni siquiera me llamaron para declarar”, critica.
El lunes fue testigo en el juicio por la muerte de su vecina Cándida. Contó su caso mirando fijamente al acusado, que dice se reía cuando ella se dirigía a él a gritos de “asesino”. Quiere que se haga justicia y lamenta que no se hubiera actuado antes porque podría haberse evitado la muerte de Cándida a la que define como “una mujer buena”.