Patricia y Rafael recogiendo su premio en la Cidade da Cultura.

Llegaron a Cangas en 2018 para “probar” y ya no se volvieron a su Brasil natal. Siete años desde entonces en los que su vida ha cambiado, no solo en el presente, donde reconocen que se encuentran totalmente integrados, sino también en su próspero futuro laboral.

Patricia Carracelas y Rafael da Hora Lavigne eran dos jóvenes que trabajaban para sacar adelante a su hija, pero tenían sueños, querían crecer personal y profesionalmente, y decidieron arriesgarse a cruzar el océano para conocer las raíces de ella. Su abuela era de Marín y su contacto con la Casa de Galicia allí les insufló la valentía de explorar una vida nueva. Primero vino ella con su hija, de apenas siete años, y después Rafael. Una vez asentados, su intención no era otra que sumergirse en el mercado laboral para encontrar un puesto de trabajo que les permitiera vivir cómodamente. Sin embargo, su destino les tenía preparado algo más ambicioso que eso.

El esfuerzo y la suerte, “que hay que buscarla”, reconoce Carracelas, junto a las herramientas económicas que les ofrecía la administración gallega en forma de ayudas y becas permitieron permitieron al matrimonio romper las barreras que se habían marcado. Han estudiado Ingeniería de los Recursos Mineros y Energéticos, compaginan este esfuerzo con la investigación y, además, da Hora Lavigne trabaja en departamentos de la Universidad de Vigo. Un camino que recorren juntos a sus 36 primaveras. Durante tres años Rafael ha logrado tener el mejor expediente académico de su curso y aguarda poder alcanzar el mismo éxito en el fin de carrera.

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