«Como jugadora que ha formado parte del equipo Senior Femenino del Balonmano Cangas, quiero expresar desde dentro y con total sinceridad lo que muchas sentimos, aunque pocas se atrevan a decirlo en voz alta.
La reciente desaparición del equipo no sorprende. Según el club, se va por “falta de jugadoras” tras una desbandada de la plantilla. Pero como muchas de nosotras sabemos, la responsabilidad no recae en las jugadoras. Hace tiempo que venimos sintiendo cómo, en lugar de construir con nosotras un proyecto serio, el club ha preferido responsabilizarnos cuando las cosas no salían como se esperaba. Siempre parecía que el problema éramos nosotras: por no confirmar a tiempo, por supuestamente falta de compromiso, por no “dar la cara” … Pero nunca se pararon a pensar si las condiciones y la confianza hacia nosotras eran las adecuadas o si realmente estaban apostando por nosotras.
Las reuniones que se hicieron para decidir quién continuaba son un ejemplo claro: se nos exigían opciones definitivas cuando aún no habíamos cerrado siquiera dónde íbamos a estar a final de temporada. Algunas no podíamos saber si continuaríamos allí por estudios, trabajo o demás. Pedirnos una respuesta firme en esas condiciones no era apuesta: era buscar pretextos para cerrar el equipo sin asumir las consecuencias.
Desde fuera, el discurso del club suena complaciente: “apoyamos al femenino”, “queremos equipo”, “lo valoramos”. Pero desde dentro sabemos que la realidad ha sido otra. El femenino solo ha importado cuando convenía, ya fuese por razones económicas o de imagen. Y cuando ya no encajábamos en el plan, simplemente dejamos de existir para el club.
Yo he pertenecido al Cangas desde hace años, siempre ha sido mi segunda casa. He pasado etapas buenas y malas, por influencias externas o internas, por decisiones personales, pero nunca dudé de que este siempre ha sido mi club. Este deporte y este escudo me han dado muchísimo: valores, amistades, aprendizaje, crecimiento personal … El balonmano me ha hecho quien soy y he vivido momentos inolvidables.
Así que duele. Duele que nos consideren “culpables” de una desaparición por una “falta de jugadoras” cuando, en realidad, hubo una falta de proyecto, de inversión, de compromiso. Duele que sea así como se cierra este capítulo. Duele que el club de mi vida termine mi historia en el balonmano de esta forma. Duele no haber sabido que estaba jugando mi último partido. Porque no se me olvidará jamás la sensación de girarme hacia la grada y ver a mi familia mirándome con orgullo, de terminar “el partido” y subir a darles un beso. Esos instantes crean un vínculo inquebrantable que nadie puede arrebatarme.
Lo más frustrante es ver cómo maquillan la realidad para que no se note. Para que la gente crea que hicieron todo lo posible. Pero muchas sabemos que la apuesta por el femenino nunca fue real, que nos faltaron recursos, visibilidad, compromiso y, sobre todo, respeto. Porque cargar sobre las jugadoras la responsabilidad de una desaparición, cuando durante años han fallado en construir algo serio, no es justo. No se puede hablar de falta de compromiso cuando algunas seguíamos aquí, queriendo quedarnos, queriendo seguir dando todo por este club.
Y ahora, de un día para otro, nos dejan fuera. Como si nada. Como si no hubiera una historia detrás, como si no importara lo que significa este escudo para muchas de nosotras.
Escribo esto para que se entienda claro: no fue falta de compromiso. Fue falta de proyecto. Y si alguien de verdad cree en el deporte femenino, debe empezar por exigir verdad, coherencia y respeto. Porque cuando se apaga un equipo, no se apaga solo un grupo de jugadoras: se apaga la ilusión de muchas personas y se deja un vacío que cuesta mucho llenar.
De: alguien que lo hubiera dado todo por el club